Me lo encontré por casualidad ayer, saliendo de la galería del desencuentro. Yo caminaba abstraída en mis pensamientos como siempre hasta que una camisa blanca se atravesó a mi paso.
Me saludó y le respondí con una sonrisa. Lo veía triste, el mundo siempre desaparecía cuando lo veía triste.
No pude seguir, tenía que preguntárselo. Al fin y al cabo ambos siempre tuvimos demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. A veces porque eramos cobardes para preguntar, muchas otras porque eramos muy cobardes para responder.
Le pregunté que le pasaba.
Me dijo que le faltaba inspiración.
Me dijo
"Si alguna vez supe amar también supe confundirme,
supe dejar atrás las pasiones descontroladas que se traducían en versos,
en noches enteras sin dormir, en madrugadas humedas de llanto.
Ahora que solo inspiramos mensajes cortos, poca imaginación y caricias ya conocidas,
ya practicadas, ya estudiadas.
Le respondí
"Yo también alguna vez supe amar, supe hacer sufrir y supe confundir(te, me, nos, los)
Todos los pronombres entraron en esta historia.
Tampoco yo tengo inspiración a veces.
Todavía sufro cuando te leo. No por mí, es por vos. Es que yo no dudaría en hacerte daño de nuevo.
Pero no quiero que pierdas la intensidad. Te sugeriría que sigas buscando; alguien como yo, pero totalmente lo contrario.
Es que sé que te mentí y te lastimé demasiado. Es que te debo una disculpa y sin poner un escudo para protegerme.
Y seguí
Pero lo que no puedo soportar son estos amores sin musa. No puedo soportar que no te inspiren cantos, que no hayas encontrado eso que hacía que tu pecho brille y explote con emociones contrarias.
En algún momento pensé que todo esto fue una pérdida de tiempo. Pero la gente crece y yo me di cuenta de que el amor expresado en poesía, la poesía misma, no pueden ser tiempo perdido.
Fueron instantes preciosos. Fueron instantes fotografíados en versos, como podrían no serlo?
Y queda flotando la última pregunta en el aire,
-¿Manuel, me invitarías una lapicera y un cuaderno?