Hemos encontrado en Compostela Santos y Demonios que caminan entre la
gente como invisibles. Hemos decubierto que rara vez nos miran, o se
miran entre ellos, absortos en sus pensamientos de maldades y bondades
hechas o por realizar sin que nadie note lo que ocurre.
No hemos podido, sin embargo, encontrarnos en Compostela con nosotros mismos.