sábado, 19 de septiembre de 2009

Antes de cruzar por tu futuro, mirá ambos lados: Me estás dejando atras.-



-Y entonces que pretendés que hagamos? ¿Una fiesta de despedida?- Le preguntó ella, con un tono helado.
El ambiente se habia hecho tenso en ese café de la calle Sarmiento. Sonaba algun tema de Hilda Lizarazu, mientras ella lidiaba contra sus lagrimales para no ser débil. Los cuadros de Gardel, Marilyn Monroe, el Negro Fontanarrosa y Borges parecian fuera de contexto en aquel bar casi histórico. El único que mantenía la mistica era el del fondo, ese olvidado Marcel Marceau reflejandose en el espejo.
-No se, Juliana... No se que decirte, de verdad.
Ella apartó sus ojos y los posó en el ventanal que daba a la calle. Un centenar de personas, miles, quizás millones de personas totalmente ajenas a ese mundo que ahora la abstraía. Ajenas a ese único mundo que ahora le pertenecía, y no sabía por cuanto tiempo más.
-Juli...
-¿hmm?
-Te quedaste callada.
-Esta esperando tu respuesta.-Dijo, volviendo a mirarlo.
El entornó sus enormes ojos verdes e intentó sonreír.
-Sos hermosa cuando te aguantás las lágrimas.
-No empieces con la ironía, Germán. Te voy a extrañar.
-También te voy a extrañar, Juli. Y a la ciudad, a este café...
-Y entonces ¿Por qué te vas? ¿Por qué no te quedás... acá? La ciudad te adoptó, tenés amigos, me tenés a mi...
-¿Por cuanto tiempo te "tengo", Jul? No es justo que quiera atarte a mi. En cuanto a tu risa, tu oido y tus consejos, los tengo hasta que Gabriel quiera reclamarlos para si mismo. En este lugar me siento en el aire. Como edificando mi futuro sobre el agua.
-¿Por qué te sentís así?
-No se Jul,-se acomodó la melena rubia que caia sobre sus ojos- no sé.
La tomó de la mejilla y ella apartó su mano con un movimiento suave pero concreto.
-Siento,-dijo el, volviendo sus manos a la posicion inicial- que me falta algo. Algo en concreto. No se si allá lo podré conseguir, pero siento que estando aca, me es imprescindible. Por eso quiero irme.
Hizo una pausa con el café.
Ella lo miró hacerlo. Siguió el trayecto de la taza hasta sus labios y otra vez hacia la mesa. Y se quedó pensando.
-Creo que si me voy, -continuó él- voy a ser capaz de olvidarme. Y encima... hace dos años que te conozco, siempre fuiste tan independiente... Y ahora que decidí volver a España, a vos se te ocurre necesitarme. -Lo dijo en tono de broma, pero ella levantó la vista.
-No es así German.-Hizo ademán de continuar, pero se quedó callada.
-¿Y como es, entonces?
-Sos mi mejor amigo, siempre te necesité. Nunca entendí muy bien por qué te tomé tanta confianza desde el primer día, por qué siempre fuiste mi confindente con mis dramas con Gabriel, y hasta parecía que te interesaba. Y así, de un dia para otro me decis, "Me vuelvo a Cádiz" como si te hiciera ilusión volver ahí. Como si quisieras dejarme.
-¿Dejarte, Juli? Nunca dije que quiera dejarte, además no tenemos por qué perder el contacto... Graham Bell inventó el telefono, ¿no? Además la Nasa inventó internet y Facebook la CIA, ¿qué más queremos?
-No es lo mismo Ger.
-Ya sé que no, Juli, pero es lo mejor que tenemos.
-German, ¿es que vos no lo entendés?
-Entender qué, Juli, ¿qué tengo que entender?
-¡Como me tenés, German!
-¿Como te tengo Juliana?-Su tono era de resignación pura.
-¡Estoy enamorada de vos, German! ¿Tan dificil es entenderlo?- Juliana había alzado el volumen de la voz y se acababa de quebrar. Se cubrió la cara con las dos manos y trató de ahogar el llanto.
-¿Y por qué tardaste tanto?- Dijo, mientras se levantaba a abrazarla.


"Latiendo para nadie, es cuando mas duele latir" Corazón Dixit.

jueves, 17 de septiembre de 2009

No puedo tener tantas ganas.-

Es una persecusión y un destino, un deseo y un apremio y unas ganas de no sentirlo, terrible.
Llegó a un punto. También yo tengo limites.
Y esta vez...
No Dios, no puedo tener tantas ganas.
Más porque de la manera que las siento, de la forma en que trato de ordenarlas, logica y sistematicamente, no encaja con su naturaleza efimera y escandalosa.
Febril, somnolienta y viva, algo perecedero pero que perdura como un recuerdo mucho más tiempo del recomendado por los médicos.
Así me tenés, sabelo.
La abstinencia no es una de mis preferidas.
Y en cuanto a lo demás, por supuesto, tambien te amo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

La noche más terrible para los corazones rotos.-


Terminé de asegurarme de que estuviera todo listo. Hacia mucho no planificaba nada con velas y rosas, creo que más por el hecho de que odio de manera irracional los clichès. Pero esa noche lo merecía. En mucho tiempo, el haría cierta declaración que mis oidos necesitaban, al menos para pretender que todo esto, todo, no había sido en vano.
Permanecía en mi la incertidumbre, la sensación de estar exagerando en los detalles, como siempre, el flagelo de las noches pasadas sin dormir, el peso del maquillaje y del paso del tiempo. Y aun así, la sonrisa permanecía inmutable en mi rostro como único nexo con el mundo exterior.
No se cuando empecé a odiar mi manera de relatar las cosas. Supongo que uno o dos días despues de la caída. O quizás un poco antes, ¿como podía saberlo? En mucho tiempo mi cerebro no tenía espacio más que para el tiempo presente, el pasado eran meros borrones y anexos a una realidad que posteriormente olvidaría de manera completa sin quejarme. Como siempre. Creo que me tomé muy en serio el verso que decía que saber olvidar tambien es tener memoria, pero mi mecanismo de defensa llegaba a extremos que de a ratos me molestaban. ¿Un escritor sin memoria? Es posible, pero no un cronista sin memoria. Y las veces que actuaba de cronista había ciertos detalles que se evaporaban, como si nada fuera real y tuviera que hacer un esfuerzo sobrehumano para retener ciertos puntos importantes.
Pero quería que esa noche fuese unica -como miles anteriores- y no olvidé llevar una libreta y una lapicera para apuntar detalles: que usaba, que aroma tenía, que brillo irradiaba su mirada. Todo estuvo listo, quise sentarme y esperar a que el suceso simplemente ocurra, todavía con una sonrisa.
El tiempo comenzó a escabullirse de los relojes, imperceptible y sistemático. Pasó la primera hora acompañada de mi primera copa de vino tinto -para calmar tensiones- y la segunda se aventuró en la jungla de esperanzas. La tercera comenzaba a sacudir su sueño cuando lo ví doblar la esquina. Mi libreta tenia una mancha rosada, yo, un polígono rojiblanco en la cara que algunos podrian llamar "mueca que recuerda a una sonrisa".
-¿Acá era?- Pronunció como saludo.
No atiné a contestar, su aliento terminó de desilusionarme. Me dí mi tiempo para tomar las notas pertinentes.
Miré mi obra y evalué la forma en que desentonaba con ese mamarracho que estaba parado frente a mí.
Tomé las rosas blancas que había sobre la mesa, y me paré. Le di la espalda.
-¿No vas a saludarme?-Me preguntó, subitamente cuerdo.
No respondí. Comencé a caminar a paso firme, con las rosas en la mano derecha. Y ni bien pude, tomé un taxi.


De las notas de aquel día, paso a transcribirlas.

"La cita era a las nueve y son las diez. No creo que sea un buen comienzo de la noche, pero puedo hacer el esfuerzo de quedarme un rato más.
Ahora son casi las once menos cuarto. Pero decidí quedarme hasta que llegue. Puede que tenga una buena excusa, quizás hasta sea verdad.
Son las once y diez y lo veo cruzar la calle. Está, digamos, con su funcion coclear totalmente anulada. Bueno, tal vez escucha.
Huele a humedad y a ron, y, si no me equivoco, el perfume que lleva es de mujer. Si, de mujer. Paco Rabanne, para ser mas exactos. Tiene la camisa Christian Dior fuera del pantalón, y la corbata un tanto desalineada. Los zapatos tienen manchas. El brillo que irradia su mirada... es inexistente."

¿Necesitaba una prueba más? Le di las flores al taxista y le recomendé que se las diera a su esposa.
Yo, por un buen tiempo, no vería más velas que las de los cortes de luz.

Podría jurar que esta historia la esuché antes.-


"También en el infierno llueve sobre mojado, lo sé porque he pasado más de una noche allí."

En una pequeña sociedad paralela, al borde de cualquier camino imaginable, se erigía, al margen de todo y de todos, a suya. Conformada solamente por ellos dos. Nadie podía conocer los secretos de esta logia perfectamente organizada e ideada para ellos desde que fueron gestados.
A la ribera de lo meramente mundano había algo más, que estaba a años luz de distancia de la vida misma, que tenía su propia razon de ser preestablecida en quien sabe que antiguo manual de procedimientos.
Todas sus palabras estaban grabadas a fuego y no había espacio para improvisar. Lo que pasaba era un atavico designio del destino.

Pero un día, los libretistas de la logia comenzaron a quedarse sin guiones. Palabras gastadas, clichès innecesarios, asiduos "ver pagina 32" y demás recursos de retórica que no hacían más que extender un panorama cada vez mas claro para mantener la mistica.
Y quiso cortar... Quiso alejarse de ese circulo vicioso, empezar de nuevo, borrar sus pisadas y compensar el tiempo perdido en otros brazos, dormirse acurrucada entre otros susurros, otras sensaciones y otras circunstancias.
Empezo por borrar, pero todos los corazones saben de los huecos. Quiso seguir, pero la curva se acercaba cada vez más a la asintota que él representaba. Se resignó. "Tal vez esto estaba en mi destino." Y aseguró, una vez más, el cinturón que la ataba a la vida que había elegido y no dejaba que la gravedad y la inercia la llevaran por ese camino.

Hacete fan :)