jueves, 22 de noviembre de 2012

Loa a las Palabras.



La palabra es un instrumento. Como un pincel. Como una paleta de pinturas con óleo o acrílico seco reposando en la superficie. Un lienzo, en cambio, no es un instrumento sino un destino, un propósito, un objetivo. De la misma forma lo es un discurso. Una verdad esperando a ser dicha, una idea esperando a ser pintada en el aire y llegar al espíritu. Una verdad que necesita de palabras, de la misma forma que una obra de arte plasmada en un lienzo necesita de pinceles y una paleta de colores.

Aunque está muy afianzada la idea de que una imagen vale más que mil palabras, dos palabras bien escogidas valen más que mil imágenes; de qué otra manera se explica que haya libros que nos lleven a las lágrimas, que existan discursos que arenguen mansas masas a pelear una guerra, que sean palabras las que conformen dichos que perduran años, décadas, siglos. ¿De qué manera se explica que una palabra, una sola, haya hecho que Marta-Isabel recupere toda la esperanza en el porvenir? ¿No fueron sino las cartas falsas del nieto lo que mantuvieron viva a Eugenia?[1] Y aun volviendo a la no ficción, porque muchos gustan de despreciar este hermoso género, ¿de que otra forma sino a través de las palabras nos hubiera dicho Rodolfo Walsh que perdamos el miedo? 

La palabra tiene el sentido que le damos, y la función que le atribuimos. Muchas palabras pueden arengar a un pueblo hacia una lucha ciega, multitudes envalentonadas contra “los otros”, discursos que exacerban la xenofobia, el odio, el desprecio, el desasosiego de una sociedad entera para que se levante. Otras palabras pueden calmar, pueden serenar muchedumbres enfervorizadas y coléricas, pueden sosegar una horda hambrienta de venganza. Y no dejan de ser solo eso: palabras. Instrumentos.

Pero son palabras transformadas, palabras cuya definición no comienza con un “dícese de” sino que contienen corazón en sí mismas, en cada una de ellas, en cada pronombre, en cada adjetivo, en cada sustantivo y ¡por Dios! ¡En cada verbo!. Porque ese fetichismo que le atribuimos a las palabras vivas no está tan alejado de la realidad, porque cada palabra es la persona que la pronuncia, que la transforma, que la revive, que la hace renacer. Y cada palabra también y a su vez transforma, revive y hace renacer a la persona que la pronuncia ante los ojos de los demás. 

Y puede que esa seducción que nos producen las palabras –a veces más que las personas- sea lo que nos lleva cada día a no enmudecer. Y puede ser que Alejandro Casona haya encontrado estas u otras razones cuando renombró al Amor como La tercera palabra.


[1] Personajes de Los árboles mueren de pie. Alejandro Casona 1964


Por verte sonreír.

Hace tiempo prometí escribirte una canción,
Como siempre, mal y tarde, la tienes aquí
Sabes bien, como soy, que no suelo mentir
Siempre que lo hice fue por verte sonreír

Llámame, te quiero escuchar
Ya lo ves, no siempre me va bien
Al cantar me duele el corazón
Y enloquezco cada noche
En cada actuación

Fui yo quien dijo no, y ahora en la misma mesa
Se me enfría el café mientras dices que te va bien
Tranquila, ya no volveré a llamar, no me volverás a ver
Esta vez me marcho para no volver

Y ahora cansado de mirar tu foto en la pared
Cansado de creer que todavía estás
He vuelto a recordar las tardes del café,
Las noches locas que siempre acaban bien
Y me he puesto a gritar estrellando el whisky en la pared
Por verte sonreír he vuelto yo a perder

¿Nunca les dió bronca que una letra demasiado genial tenga una musica tan de mierda? Me acaba de pasar con esta.
Así que hago un pedido desesperado a todos aquellos que mantienen oculto su talento por vaya a saber cuales razones, se agarren un whiskey on the rocks (barato), lo revienten contra la pared, se pidan otro (ahora si un Jameson, un Jack Daniel's, u otro de su agrado)y se pongan a componer la musica para esta hermosa poesía.

De los asuntos legales me encargo yo.
(Click en el link, es imperdible)

La promesa solemne de volver a tu lado.

Te dejo, yo qué sé,
el fracaso más tierno,
la idea de no verte,
ese pequeño espejo
donde te amé durante
tanto tanto tiempo,
tanto tanto tanto tiempo.

Te dejo la palabra,
el vasito de vino,
esos pasos cansados,
el saberte conmigo,
el morir y vivir
encogida en tus besos,
encogidita en tus besos.

Vendrá la vida a vernos
en el mes del olvido
cuando tiene la tarde
el color del domingo
y sabe la nostalgia
a cuaderno y colegio,
a cuaderno y colegio.

Soy dueña de tus labios,
dueña de tus reproches
y de tus regañinas,
de tu tos por la noche
y de esa palabra
que huele a pan y a tarde,
que huele a pan y a tarde.

Te dejo todo eso
sin que nadie lo sepa.
Donde salvar la vida
efímera y pequeña,
un lugar de esperanza,
aquel dulce refugio
en que han de convertir el mundo.

Así que aquí te dejo cuando abandono tus brazos la promesa solemne de volver a tu lado
aunque esta noche el mundo me hunda y me desarme, me hunda y me desarme.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sin Romper Cristales.

Despues del suceso del "Aili servilleta" del viernes (una fémina de no más de 17 años sentada haciendo pis en plena calle maipú), el sabado prometía ser más normal.
Me sentía sexy anoche: tenía una pollera corta y unos tacos rojos y me dejaban las piernas a la vista, piernas que ahora siento hermosas y doloridas. Puede que me haya bailado todo, no sé. El tequila estaba muy rico.
 Fui caminando sola por Sarmiento hasta Pellegrini, cinco cuadras. Descubrí (hace rato) que amo caminar de noche.

Listo, nunca llego temprano a nada, anoche no fue la excepción. Viste cuando dicen que hay decisiones que salen caras? Esta me salió, exactamente, $30. Con una consumición.
Un laberinto, digamos que el lugar perfecto para que yo me pierda sobria; imagínense anoche.
Había tiras de papel crêpes colgadas que después terminaron anudadas en una de mis muñecas y me marcaron de azul la piel.

Estabamos todos tranquilos, mucho amor, un par de parejas y nosotras ahí, desafiando el amor con fiesta, como debe ser. Un par de cervezas y música que no era la misma de siempre, pero era increíblemente bailable, un buen lugar, cómodo, limpio (sí, parecía ser limpio) y la gente de la barra muy copada.
Había un caño (daaaaa) decía que había un caño para bailar, bien ubicado. Quizás haya fotos qe nunca vean la luz.

Otra vez las mismas preguntas: ¿CON HIELO el porrón? ¿Tomás CON ESPUMA? Y la misma justificación de siempre "Así tomamos en Formosa." (mentira que no me cree más nadie pero no pienso cambiar mis hábitos etílicos ni mis justificaciones)

Mariana, de cualquier forma, recibió de mi parte el mejor regalo de la noche. No es por agrandarme, pero creo que a todos los presentes les gustó mi regalo. Soy así, casi siempre doy en el clavo. Es eso o el amor con que preparo el regalo, no sé, algo especial tiene.


Así nomás, un sabado hermoso.
Y así, las mejores historias me suceden cuando no estoy sobria.

Hacete fan :)