viernes, 4 de noviembre de 2011

You are the only exception.

Maybe i know, somewhere
Deep in my soul
That love never lasts
And we've got to find other ways
To make it alone
Or keep a straight face

And i've always lived like this
Keeping a comfortable distance
And up until now
I had sworn to myself that i was content
With loneliness

Cos none of it was ever worth the risk, but

You are the only exception
 
 

1 comentario:

  1. En realidad, me muero de envidia cuando os
    veo. No solo a vosotros sino a todos los jovenes escri-
    tores latinoamericanos. Tenéis futuro, os lo puedo ase-
    gurar. Pero no es verdad. Era broma. Ese futuro es tan
    gris como la dictadura castrista, como la dictadura de
    Stroessner, como la dictadura de Pinochet, como los
    innumerables gobiernos corruptos que se han sucedi-
    do uno detras de otro en nuestra tierra. Espero que a
    nadie se le ocurra desafiarme a pelear. No puedo ha-
    cerlo por prescripciòn médica. De hecho, cuando aca-
    be esta conferencia pienso encerrarme en mi habita-
    cion a ver peliculas pornograficas. ¿Que quieren que
    vaya a visitar La Cartuja? Ni de chiste. ¿Que quieren
    que vaya a un tablado flamenco? Se equivocaron, una
    vez mas, conmigo.Yo solo voy a un rodeo rnexicano o
    chileno o argentino.Y una vez alli, entre el olor a bos-
    ta fresca y copihues, procedo a quedarme dormido y a
    soñar.
    3. La conferencia debe poner las pies en el suelo. Es
    verdad.Pongamos los pies en el suelo. A algunos de
    los escritores invitados los considero mis amigos. De
    ellos, por otra parte, solo espero delicadezas hacia mi
    persona. A los demas no los conozco, pero a algunos
    los he leido y de otros tengo excelentes referencias. Por
    supuesto, faltan escritores sin los cuales no se enten-
    deria esta entelequia que por comodidad llamamos
    nueva Iiteratura Iatinoamericana. Es de justicia citar-
    los. Comenzaré por el mas dificil, un autor radical
    donde los haya: Daniel Sada. Y Iuego debo nombrar a
    Cesar Aira, a ]uan Villoro, a Alan Pauls, a Rodrigo
    Rey Rosa, a Ibsen Martinez, a Carmen Boullosa, al jo-
    vencisimo Antonio Ungar, a los chilenos Gonzaio
    Contreras, Pedro Lemebe1,]aime Collyer, Alberto Fu-
    guet, a Maria Moreno, a Mario Bellatin, que tiene la
    suerte o la desgracia de ser considerado mexicano por
    los mexicanos y peruano por los peruanos, y asi po-
    dria seguir durante un minuto mas. El panorama, so-
    bre todo si uno lo ve desde un puente, es prometedor.
    El rio es ancho y caudaloso y por sus aguas asoman las
    cabezas de por lo menos veinticinco escritores meno-
    res de cincuenta, menores de cuarenta, menores de
    treinta. ¿Cuantos se ahogaran? Yo creo que todos.

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