-Y entonces que pretendés que hagamos? ¿Una fiesta de despedida?- Le preguntó ella, con un tono helado.
El ambiente se habia hecho tenso en ese café de la calle Sarmiento. Sonaba algun tema de Hilda Lizarazu, mientras ella lidiaba contra sus lagrimales para no ser débil. Los cuadros de Gardel, Marilyn Monroe, el Negro Fontanarrosa y Borges parecian fuera de contexto en aquel bar casi histórico. El único que mantenía la mistica era el del fondo, ese olvidado Marcel Marceau reflejandose en el espejo.
-No se, Juliana... No se que decirte, de verdad.
Ella apartó sus ojos y los posó en el ventanal que daba a la calle. Un centenar de personas, miles, quizás millones de personas totalmente ajenas a ese mundo que ahora la abstraía. Ajenas a ese único mundo que ahora le pertenecía, y no sabía por cuanto tiempo más.
-Juli...
-¿hmm?
-Te quedaste callada.
-Esta esperando tu respuesta.-Dijo, volviendo a mirarlo.
El entornó sus enormes ojos verdes e intentó sonreír.
-Sos hermosa cuando te aguantás las lágrimas.
-No empieces con la ironía, Germán. Te voy a extrañar.
-También te voy a extrañar, Juli. Y a la ciudad, a este café...
-Y entonces ¿Por qué te vas? ¿Por qué no te quedás... acá? La ciudad te adoptó, tenés amigos, me tenés a mi...
-¿Por cuanto tiempo te "tengo", Jul? No es justo que quiera atarte a mi. En cuanto a tu risa, tu oido y tus consejos, los tengo hasta que Gabriel quiera reclamarlos para si mismo. En este lugar me siento en el aire. Como edificando mi futuro sobre el agua.
-¿Por qué te sentís así?
-No se Jul,-se acomodó la melena rubia que caia sobre sus ojos- no sé.
La tomó de la mejilla y ella apartó su mano con un movimiento suave pero concreto.
-Siento,-dijo el, volviendo sus manos a la posicion inicial- que me falta algo. Algo en concreto. No se si allá lo podré conseguir, pero siento que estando aca, me es imprescindible. Por eso quiero irme.
Hizo una pausa con el café.
Ella lo miró hacerlo. Siguió el trayecto de la taza hasta sus labios y otra vez hacia la mesa. Y se quedó pensando.
-Creo que si me voy, -continuó él- voy a ser capaz de olvidarme. Y encima... hace dos años que te conozco, siempre fuiste tan independiente... Y ahora que decidí volver a España, a vos se te ocurre necesitarme. -Lo dijo en tono de broma, pero ella levantó la vista.
-No es así German.-Hizo ademán de continuar, pero se quedó callada.
-¿Y como es, entonces?
-Sos mi mejor amigo, siempre te necesité. Nunca entendí muy bien por qué te tomé tanta confianza desde el primer día, por qué siempre fuiste mi confindente con mis dramas con Gabriel, y hasta parecía que te interesaba. Y así, de un dia para otro me decis, "Me vuelvo a Cádiz" como si te hiciera ilusión volver ahí. Como si quisieras dejarme.
-¿Dejarte, Juli? Nunca dije que quiera dejarte, además no tenemos por qué perder el contacto... Graham Bell inventó el telefono, ¿no? Además la Nasa inventó internet y Facebook la CIA, ¿qué más queremos?
-No es lo mismo Ger.
-Ya sé que no, Juli, pero es lo mejor que tenemos.
-German, ¿es que vos no lo entendés?
-Entender qué, Juli, ¿qué tengo que entender?
-¡Como me tenés, German!
-¿Como te tengo Juliana?-Su tono era de resignación pura.
-¡Estoy enamorada de vos, German! ¿Tan dificil es entenderlo?- Juliana había alzado el volumen de la voz y se acababa de quebrar. Se cubrió la cara con las dos manos y trató de ahogar el llanto.
-¿Y por qué tardaste tanto?- Dijo, mientras se levantaba a abrazarla.
"Latiendo para nadie, es cuando mas duele latir" Corazón Dixit.