sábado, 19 de noviembre de 2011

Mi vida era un completo desastre.

De repente todos los conceptos comenzaron a caer lentamente, uno a uno, desde esa fatídica noche de invierno tardío, martes de tarde, mordiéndome las uñas. A la una de la tarde del día siguiente comenzó a llover. En realidad no me acuerdo, era agosto, lo supongo. Subí agitada los tres pisos por escalera, me senté en la unica silla que encontré libre y me puse a golpear el banco con una birome. Mi ánimo no había subido las escaleras conmigo, esta recostado contra una pared en el subsuelo de ese mismo edificio. Ni siquiera yo me soportaba, no quise que nadie hiciera el esfuerzo.
Volví a levantarme, era la señal que esperaba todo mi cuerpo para orientarse o desplormarse segun el caso. Guardé mis cosas en la cartera y salí por la misma puerta por la que había entrado la profesora quince segundos antes. Susurré buenas tardes y me precipité con una certeza casi infranqueable a ver la nota que iba a cambiar mi destino para siempre.

De ahí todo cambió, en gran medida. Todo lo que estaba a punto de caer cayó, irremediablemente.
Lastimosamente por un lado, gracias a Dios por el otro.
Necesitaba esto, mi vida era un desastre y no quería que la gente que amaba se metiera en ese desastre. Puedo sola, me encanta estar acompañada pero puedo sola. Puedo ser mejor persona, mejorar, cambiar. Y hacer feliz a las personas que amo ahora que soy feliz conmigo misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dale, hablame, me vas a hacer muy feliz.

Hacete fan :)