Maybe i know, somewhere
Deep in my soul
That love never lasts
And we've got to find other ways
To make it alone
Or keep a straight face
And i've always lived like this
Keeping a comfortable distance
And up until now
I had sworn to myself that i was content
With loneliness
Cos none of it was ever worth the risk, but
You are the only exception
En realidad, me muero de envidia cuando os
ResponderEliminarveo. No solo a vosotros sino a todos los jovenes escri-
tores latinoamericanos. Tenéis futuro, os lo puedo ase-
gurar. Pero no es verdad. Era broma. Ese futuro es tan
gris como la dictadura castrista, como la dictadura de
Stroessner, como la dictadura de Pinochet, como los
innumerables gobiernos corruptos que se han sucedi-
do uno detras de otro en nuestra tierra. Espero que a
nadie se le ocurra desafiarme a pelear. No puedo ha-
cerlo por prescripciòn médica. De hecho, cuando aca-
be esta conferencia pienso encerrarme en mi habita-
cion a ver peliculas pornograficas. ¿Que quieren que
vaya a visitar La Cartuja? Ni de chiste. ¿Que quieren
que vaya a un tablado flamenco? Se equivocaron, una
vez mas, conmigo.Yo solo voy a un rodeo rnexicano o
chileno o argentino.Y una vez alli, entre el olor a bos-
ta fresca y copihues, procedo a quedarme dormido y a
soñar.
3. La conferencia debe poner las pies en el suelo. Es
verdad.Pongamos los pies en el suelo. A algunos de
los escritores invitados los considero mis amigos. De
ellos, por otra parte, solo espero delicadezas hacia mi
persona. A los demas no los conozco, pero a algunos
los he leido y de otros tengo excelentes referencias. Por
supuesto, faltan escritores sin los cuales no se enten-
deria esta entelequia que por comodidad llamamos
nueva Iiteratura Iatinoamericana. Es de justicia citar-
los. Comenzaré por el mas dificil, un autor radical
donde los haya: Daniel Sada. Y Iuego debo nombrar a
Cesar Aira, a ]uan Villoro, a Alan Pauls, a Rodrigo
Rey Rosa, a Ibsen Martinez, a Carmen Boullosa, al jo-
vencisimo Antonio Ungar, a los chilenos Gonzaio
Contreras, Pedro Lemebe1,]aime Collyer, Alberto Fu-
guet, a Maria Moreno, a Mario Bellatin, que tiene la
suerte o la desgracia de ser considerado mexicano por
los mexicanos y peruano por los peruanos, y asi po-
dria seguir durante un minuto mas. El panorama, so-
bre todo si uno lo ve desde un puente, es prometedor.
El rio es ancho y caudaloso y por sus aguas asoman las
cabezas de por lo menos veinticinco escritores meno-
res de cincuenta, menores de cuarenta, menores de
treinta. ¿Cuantos se ahogaran? Yo creo que todos.