Así podría llamarse la historia del juego amable que venimos jugando. Amable, poco sedicioso, bastante tranquilo, hasta maduro, se podría decir. La pareja perfecta, el hogar encendido, los besos frente a la chimenea, el balcón a la calle, el té de las cinco.
Un sueño hecho realidad, a no ser por un pequeño detalle. Yo tengo diecisiete años y vos diecinueve.
No era lo que tenía planteado yo de antemano.
De hecho mi vida perfecta de claustro patentado no incluía tacitas de porcelana ni salsas preparadas con amor. No incluía una vista al pacífico, no incluía un viaje a Pinamar, y estaba terminantemente prohibido hablar de lágrimas dedicadas.
Definitivamente, Susanita me repugnaba. Y no por el simple hecho del elitismo, -defecto que me vino, pero de otra forma- sino por la idea de repetir una historia. No es lo mío. El amor se siente a lo lejos, y es muy difícil ganar la batalla. Algunas han inventado la promiscuidad como arma de defensa y no, no sirve. Alarga la batalla, pero no nos asegura victoria. De ningún modo.
¿Por qué? Por que para nosotras, -y hablo de las idealistas- un beso es mucho mas que una colisión de labios enfrentados y de ardua lid en la que intervienen también los dientes y la lengua. No me voy a cansar de decirlo. Las que inventaron la promiscuidad, siglos atrás, comenzaron a confundir ese concepto. Pero somos mujeres, milenaria raza con tradiciones marcadamente sentimentales, emocionales y apasionadas, y algo queda.
Pongamos ahora sí que el amor es un juego de dos.
Juego, porque es un ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde. ¿De a dos? Aunque podría ser de a tres, la idea es lastimar lo menos posible. Después de todo, solo se trata de un juego. "Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño." Lo define Sabina. Nada mas cerca y más lejos de la realidad.
Comiendo saludable, bebiendo sin alcohol se configura la rutina. ¿La nuestra? La de todos. La de todos los imbéciles que establecieron reglas.
Y tentándonos con comida rápida -nunca mejor dicho- y con spirits para la garganta y para calentar el alma.
Es que el agua mineral se hace las veces fría, las veces turbia, y elegimos no tomarla. Esperemos a que se pase.
¿Y quién se hace ese planteo con el alcohol?
El amor es así, un juego de dos,
la armonía plasmada en un plan de cuentas,
las reglas establecidas en un manual de procedimientos,
los límites asignados por sendas políticas.
Y cuando hay un defasaje existencial
-diferencia entre lo que tengo y lo que quiero-
se arma la trifulca sobre quién dejó entrar
al perro.
Y cuando el culpable no está
migas de rencor y gotas de bronca se acumulan
en un tupper hermético
a punto de estallar.
Asi es el amor,
así la vida,
también,
se podría definir como un juego.
"El amor es así, un juego de dos,"
ResponderEliminaresto no es asi....esto es lo ideal..pero no siempre es asi-.
¿De a dos? Aunque podría ser de a tres, la idea es lastimar lo menos posible.
ResponderEliminarjaja de a tres no es tampoco amor es más bien placer copnsentido...
ResponderEliminarPor una vez pensá al amor mas que como la suma de sexo más el resto. Existe el amor mas alla de lo corporal, Iluso :P Pensalo como amor/confusion/lo qe sea. Pero no calentura.
ResponderEliminarnananana, te estás derivando...
ResponderEliminaryo hablé que el amor no es de ados necesariamente...
es de uno hacia otro...si hay reciprocidad mejor...
pero es mentira....mentira que es de ados...
eso dejalo para las telenovelas mexicanas...