Ojo! Ésto tiene una PRIMERA PARTE, una SEGUNDA e inclusive una TERCERA, para que no digan que no soy correlativa con las cosas que escribo (?.-
(...)
Lo siguiente fue invitarlo con un sequisimo "pasá que tengo frio", un ademán suyo de sacarse la campera para dármela, y un consiguiente desaire mío que lo hizo cambiar de opinion.
Subimos los once pisos en ascensor, aunque yo hubiera preferido obligarlo a subir en escalera.
Al entrar a casa, (que estaba toda calentita y confortable, explicando por qué yo estaba en remerita y jean a pesar del malvado frio de fines de Junio), nos recibió la ¿dulce? voz de Joaquin Sabina, contándonos sobre el lugar donde los pájaros visitan al psiquiatra, donde las estrellas se olvidan de salir, y la muerte viaja en ambulancias blancas.
-¿Querés un té?- le pregunté cuando él estaba colgando la campera azul (¡Esa campera azul!) en el respaldo de la silla.
-No, gracias.
-Ya te preparo.
Lo siguiente que recuerdo es mi ramo de margaritas desperdigado por el suelo, el sonido del agua hirviendo, las dos tazas con los saquitos de te y las masitas en la mesada, y a él sosteniendome la cabeza con evidente desesperación y desconcierto.
No sabía como, cuando, por qué me había desmayado. Después caí. Hacía dos días ya que no comía y dormía llorando. Lo admito, me desequilibré. Y no fue su culpa. Porque una mujer no puede dejar de comer porque se vaya el hombre de su vida, no se justifica de ninguna forma.
Y menos se me justifica a mi, que vivo pregonando que las mujeres deben ser fuertes, que debemos vivir el día a día demostrándonos a nosotros mismos que podemos hacer más de lo que creemos poder hacer. Y ahi estaba yo, sorda y ciega ante esos consejos, desparramada en el piso de la cocina con la cabeza entre sus brazos.
-Te bajó la presión- se limitó a decir- ¿tenés algo dulce?
Por supuesto que tenía. Las mujeres despechadas y la época de pascua son los dos eventos que traen a las grandes fábricas chocolateras ganancias extraordinarias. Cada vez que una mujer sufre, los productos chocolatosos se ven afectados con un aumento inesperado de las ventas. Todos excepto los Ferrero Rocher que son el símbolo del aniversario del amor.
-Si, creo que algo de chocolate tengo en la heladera.
Sin soltarme, trató de hacer que me siente y me alcanzó lo que quedaba de un Tres Sueños de Cadbury (¡Acertó!) y me obligó a que tragara tres bloquecitos.
-¿Qué comiste?- Me preguntó intuyendo lo que yo sabía.
-Tengo ganas de vomitar.-Le contesté, tratando de evitar esa pregunta.
-Estás muy pálida vos. ¿Querés que llame a un médico?
-No, no quiero. Quiero que me abraces y no me sueltes nunca.-La presión baja me debilita las defensas, el orgullo, la dureza, todo. Estoy empezando a pensar que es muy peligrosa.
Me ayudó a incorporarme -si, todo ese tiempo estaba sentada en el piso de la cocina con cara de que acababa de ver un fantasma- y me abrazó. O mejor dicho me sostuvo un largo rato.
Cuando me recuperé un poco me dijo despacito al oido:
-Tenés razón. Te debo una explicación.
Pero por favorrrr! Que te dijooo?
ResponderEliminarHace un tiempito que sigo tu historia, pero nunca comente.. Hoy, no podía dejar de hacerlooo!
KIERO SABERRRR!
Besitooss!
hoy me siento tan boludamente mujer con mi mal de amores que quisiera un poco de eso que tienen los hombres de no ser ansiosos y olvidar mas rapido, llorar menos... bue...eso que les sale mejor que a nosotras.
ResponderEliminares cierto que al final no contaste en que quedaron?
beso
Tiene explicación. Él siempre tiene una explicación que hace tambalear mis decisiones. Le salen tan bien, lo peor de todo es que no necesita recurrir a la mentira, asi que eso lo hace mas inocente todavia.
ResponderEliminarY admite sus errores, no quieren que se los mande cuando es asi de bueno? A mi me exaspera.