jueves, 5 de julio de 2012

Al trote.

"La princesa miró hacia atrás una vez más. Los muros de la ciudad se iban perdiendo en la inmensidad y ahora estaba sola. Más sola de lo que nunca había estado antes. Con un futuro más incierto del que nunca antes había planeado.
Más adelante estaba el barranco y luego el mar y un poco más abajo, pero antes, la ínfima costa de Corazas, el lugar que siempre había sido su fin último. No había más nada que la limite. Y eso la asustaba sobremanera."


-¿Es muy tarde para eliminarte de todos lados?- pregunté mirándo fijamente a su foto de perfil.- En serio, ¿ya es demasiado tarde?
Si te elimino de todos lados ahora, voy a seguir teniendo noticias tuyas, estas por todos lados, sos como una sombra.-seguí tomando el café para que no se enfríe.-y sin embargo me molesta. Me molesta no saber que puta estoy haciendo... ¡hablandole a tu foto! ¿Ves que estoy mal? Mal, mal, mal, mal. Por vos, por esa foto. Mal por mí misma. 
La ultima vez que estuvimos juntos... Me mandás señales encontradas... ¿Que qué quiero decir con eso? Lo que estás oyendo. No vos, tu foto. No tu foto, estas cuatro paredes en la mitad de Rosario, a cuatro pisos de altura.

"Se había alejado tanto de la ciudad, de ese olor a pan fresco de la panadería y del brillo de las estrellas que iluminaban la noche que ya se sintió libre de gritarlo a los cuatro vientos: Ya no era una princesa. Y como princesa se era para toda la vida tuvo la certeza de que nunca había ostentado ese título. Era una mujer envuelta en capas que la protegían del frío, con ropa de terciopelo fino, sin dioses que la protejan porque se habían quedado todos sentados alrededor de una hoguera, era una mujer llena de dudas, pero no le debía más nada a nadie. Había dado todo de sí y estaba ahora donde estaba: sola, perdida en la inmensidad y con muchísimas ganas de llorar."

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