Me sentía sexy anoche: tenía una pollera corta y unos tacos rojos y me dejaban las piernas a la vista, piernas que ahora siento hermosas y doloridas. Puede que me haya bailado todo, no sé. El tequila estaba muy rico.
Fui caminando sola por Sarmiento hasta Pellegrini, cinco cuadras. Descubrí (hace rato) que amo caminar de noche.
Listo, nunca llego temprano a nada, anoche no fue la excepción. Viste cuando dicen que hay decisiones que salen caras? Esta me salió, exactamente, $30. Con una consumición.
Un laberinto, digamos que el lugar perfecto para que yo me pierda sobria; imagínense anoche.
Había tiras de papel crêpes colgadas que después terminaron anudadas en una de mis muñecas y me marcaron de azul la piel.
Estabamos todos tranquilos, mucho amor, un par de parejas y nosotras ahí, desafiando el amor con fiesta, como debe ser. Un par de cervezas y música que no era la misma de siempre, pero era increíblemente bailable, un buen lugar, cómodo, limpio (sí, parecía ser limpio) y la gente de la barra muy copada.
Había un caño (daaaaa) decía que había un caño para bailar, bien ubicado. Quizás haya fotos qe nunca vean la luz.
Otra vez las mismas preguntas: ¿CON HIELO el porrón? ¿Tomás CON ESPUMA? Y la misma justificación de siempre "Así tomamos en Formosa." (mentira que no me cree más nadie pero no pienso cambiar mis hábitos etílicos ni mis justificaciones)
Mariana, de cualquier forma, recibió de mi parte el mejor regalo de la noche. No es por agrandarme, pero creo que a todos los presentes les gustó mi regalo. Soy así, casi siempre doy en el clavo. Es eso o el amor con que preparo el regalo, no sé, algo especial tiene.
Así nomás, un sabado hermoso.
Y así, las mejores historias me suceden cuando no estoy sobria.
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