sábado, 14 de agosto de 2010

Las lides de mi padre.-

Siempre me sentí identificada con los próceres que nos enseñaban en la primaria. Me parecían -y algunos hoy me siguen pareciendo- tipos excepcionales, de los que se dan muy pocas veces. Humanos que, sin embargo, supieron burlar en ciertos momentos de su vida el egoísmo del que padecemos por naturaleza, para tender, en cambio, un manto de virtud sobre ellos y sus leyendas.

Así puedo nombrar a Belgrano, uno de esos tipos honrados que van por la vida trabajando desinteresadamente por su patria (¿conocen alguno así?), a Martín Miguel de Güemes, que armó pseudo ejércitos para defender al alto perú de las invasiones españolas, a Urquiza, un hombre visionario, tenaz y con una fuerza de voluntad increible, Rosas, que a pesar de ser en El Matadero (lectura obligatoria en la secundaria) el malo de la película, fue un barbaro que tenía bastante conciencia de unidad nacional. Puedo nombrar tambien a Moreno, una persona inspiradora para mí: Encarna el punk-no-future-patriótico que todos quisimos ser alguna vez; era joven, -murió joven-, terco, apasionado, revolucionario, inteligente y muy leído. Les cerraba el orto a todos los viejos chotos conservas de la época, ejmmm, perdón; puedo nombrar a Simón Bolivar, otro enfermo belicoso que hubiese amado que latinoamérica tuviera conciencia de ser una sola, una solita, toda una patria, una patria hermana. Ver que las diferencias culturales no fueran problemas para el cariño, el sentimiento de unidad que deberían poseer las Provincias Unidas con las que él soñaba.

Me explayé. En realidad quería hablarles sobre mi extraordinario cariño hacia San Martín.
Hacía José de San Martín.
Por ahí puede ser porque su hija y yo tenemos casi el mismo nombre, gracias al Barba me llamo Ana y no Tomasa, pero siempre lo sentí como un padre. Como el padre de la patria.
Pero como un padre humano, no como el de los uniformes ostentosos y las patillas de prócer. Un padre que de verdad amaba a sus hijos, que de verdad daría la vida por ellos.
Creo que no hay nada que lo describa mejor que las máximas que legó a su hija Mercedes, y creo que serían aplicables a nosotros como sociedad.

«Máximas para mi hija Merceditas»
José de San Martín.

1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que nos perjudican. (Ponerse, basicamente, en el lugar del otro, dejar a un lado el egoísmo y entender que los que estan frente a nosotros tambien son personas.)

2. Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira. (unidas, creo, a la responsabilidad que esto conlleva. Él mismo lo dice: "La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien")

3. Inspirarle una gran confianza y amistad, pero unida al respeto. (Poner el respeto hacia el otro y hacia uno mismo como valor primordial, estableciendo así límites de comportamiento.)

4. Estimular en Mercedes la caridad con los pobres. (Si fuera por mí, cambiaría la palabra por solidaridad, pero se entiende el contexto.)

5. Respeto sobre la propiedad ajena. (Incluye no sólo no robar, sino tambien respeto en lo más basico, levantar, por ejemplo, las deyecciones del perro de la vereda del vecino.)

6. Acostumbrarla a guardar un secreto.

7. Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones. (Es muy progre esto, de verdad. San Martín la tenía clarísima.)

8. Dulzura con los criados, pobres y viejos. (Y todo ser andante sobre la tierra, sin distinción de raza, religion* o estatus socioeconómico.)

9. Que hable poco y lo preciso. (¡Cuanta falta nos hace!)

10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa. (A honrar a los seres queridos, o a las visitas no apareciendo quince minutos despues de empezado el almuerzo, con resaca y el pijama, sin sacarse el rimmel o la barba sin aferitar de tres días segun el caso, luciendo tremendo chupon en el cuello, en fin...)

11. Amor al aseo y desprecio al lujo. (Este tipo era... no sé, Lo díjo él mismo, en ocasión de haber donado parte de su dieta a la campaña del Cruce de los Andes: Mis necesidades están suficientemente atendidas con la mitad del sueldo que gozo.)

12. Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad. (La mejor para lo último. Esta duodécima máxima hace referencia al sentimiento tremendísimo que sentía por el país en el que había nacido. Lo decía a sus soldados: La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza al gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados que serían más insolentes con el mal ejemplo de los criminales. La Patria no es abrigadora de crímenes.
La libertad, otro de los grandes valores que el recalcaba como fundamental para la vida de cualquier ser humano. Cuánto más supiera la gente, más libre sería. Él mismo lo dijo: Seamos libres y lo demás no importa nada.)

Agrego una más. "Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando uno se vence a sí mismo."
Puedo explicar con esta frase por qué prefiero superarme a mí misma que competir con los demás. Creo que cuando uno se pone como objetivo mejorarse, lo de la competencia viene a ser como un obstáculo en ese camino de superación.

1 comentario:

  1. Generalmente no veo mas alla de la humanidad de los proceres, mas porque vos misma dijiste que en Argentina la historia misma esta muy politizada.

    Sin embargo me parece muy dulce el sentimiento que describiste hacia San Martin, no se.. creo que vos tenes mas amor por Argentina y por todo Latinoamerica que cualquier persona en el mundo (culturalmente hablando) y ademas me copa el hecho de que sabes no solo interpretar las maximas, sino que ademas las vivis al pie de la letra y eso es muy dificil de encontrar.

    Te amo gorda

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