jueves, 14 de marzo de 2013

Quiebre.

Te escribo porque no te banco más.
Empecé mal.
Te escribo porque no soporto más esta situación. Lo que me pase con vos y a vos conmigo, usando tus propias palabras, es problema de cada una.
No soporto más la situación desde enero, tus indirectas, tu supuesto manto de santidad, de "estoy haciendo las cosas bien y rezo todos los días porque te des cuenta de que yo tengo razón y vos estas equivocada." Dejate de joder. 
Admití por una vez que nuestra relación nunca fue la mejor del mundo. Admitilo, dejá de vivir en esa nube de pedo y negación que vos llamás vivir intentando. la verdad es que no intentás un carajo, pero ese es otro tema.
Quiero hacer este descargo porque la verdad siento que estoy actuando como una pendeja siguiendote el juego pelotudo de las indirectas.
Admiti por una vez que no cumpliste bien tu rol del que tanto te jactás. Puede ser que yo tampoco.
MA'COSA. SI, LO CUMPLÍ Y CON CRECES. Fui hija, madre, amiga, hombro para llorar, consejera, conciliadora. Pero a vos te molestan tantas cosas de mí, tantas cosas, que simplemente no podes convivir con mi forma de ser.
No te estoy culpando.
Me gustaría acusarte de muchas cosas. De egoísta por ejemplo.
O ¿como llamás a una persona que pone, como te dije en enero, sus sentimientos por sobre los sentimientos de todos los demás?
Es más: Querés imponer tus sentimientos a los demás.
Hablas de todos, que tienen que ser felices, que aceptás a todos. Y la verdad es que no aceptás un carajo. Sos la falsedad en persona.
La paso tan mal que realmente creo que no merezco estar quebrada de esta forma.
Una vez viniste, no nos veíamos hacía seis meses y te quedaste VEINTE MINUTOS. Veinte. Me viniste a pedir que haga cuentas. Te quise contar de mi vida. TE FUISTE.
Cada vez que me llamabas por teléfono te escuchaba una hora y media, dos, hablando pura y exclusivamente de tus problemas, que siempre, pero siempre son mayores que los de los demás. Te enojás y ofendés rápido porque como te considerás en un escalón más alto que los demás, cuando te hacen una crítica es "de envidia", de "que no son felices", "no tienen buena onda", y una lista larga de etcaeteras.
Y vos, veinte minutos con cara de aburrimiento.
SÍ, ESTO ES UNA PASADA DE FACTURA.
¿Qué, considerás que no tengo que hacerlo?
¿Con qué autoridad moral?
Después, el día de mi cumpleaños (y esto fue el punto de quiebre máximo, donde decidí que ya ni valía la pena seguir aparentando) viniste a verme a casa, te preparé el desayuno, desayunamos un café con leche y te planteé bien el por qué de mi negativa a tu invitación. TE LO PLANTEÉ BIEN. Como siempre, no entendiste. No quisiste entender.
¿Te cuento lo que pasó después o lo sabés perfectamente? Realmente no pensé que tu grado de cinismo iba a llegar a tal punto. Decile como quieras pero para el resto eso que me hiciste se llama manipulación. Y para el resto de los mortales me cagaste el día.
Pero no es este cumpleaños en realidad, no fue específicamente el día que cumplí 22 años. Me lo venís haciendo, de alguna forma u otra desde que tengo nueve años. Eso serían TRECE años ininterrumpidos de no querer que llegue mi cumpleaños para no tener que tomar la decisión de qué hacer. 
Hablas de respeto, y vos no respetás una mierda. ME MOLESTA SOBERANAMENTE TU FALSEDAD. Me molesta tu miopía mental para tratar ciertos temas y creer que esa visión subjetiva es la verdad absoluta. No aceptás segundas opiniones. No permitis que una idea te meta una duda.
Cuando decís que sos feliz, ¿Sos feliz? ¿o podrías ser más sincera con vos misma intentando (realmente intentando) ser feliz? Digo, siempre hablás de no guardar rencor, de perdonar, de dejar en manos de tu dios las cosas. Y vos misma no lo hacés, vivis de rencores, de deseos de venganza que intentás reprimir pero te salen por cada poro del cuerpo. Admití que tampoco podrías poner la otra mejilla.
A vos te molesta, realmente te molesta que yo no crea en tu dios. Te molesta no poder imponerme tu fe, tu creencia. Y no me digas que no porque te conozco. Te conozco más que cualquier otra persona. Más que tu papá (probablemente no más que tu mamá, pero eso es otra historia, sos harina de ese costal), más que tus otras hijas, más que cualquiera de tus ex, más que tu hermano, más que cualquiera de tus amigas.
Porque conozco todo de vos, y por eso me da tanta bronca que me mientas. 
Me revienta el higado escucharte decir "cosecharás lo que siembras" porque realmente me gustaria saber que sembrás vos. ¿Sembrás amor? ¿En serio? No, no sembrás amor. Te diría que te lo replantees vos misma pero no tengo toda la vida para esperar un juicio crítico hacia vos misma. Sembras bronca, rencor, envidia, sembrás ese odio que tienen las personas que no olvidan, sembrás disputas. No tratás a los demás como te gustaría que te traten.
Ama y haz lo que quieras, acabás de decir. Lo dijo San Agustín, el famosísimo San Agustín, católico como los que a vos te gustan.
Es una de las frases que más me gustan de ese tipo, simplemente porque así me gusta vivir. Sin fingir, porque me lastima a mí, sin caretear, sin exigirle a los demás que sean como yo quiero que sean.


Yo no te estoy pidiendo que seas una madre para mí, te estoy rogando que dejes de exigirme que sea una hija para vos. 


Y quiero terminar con esta pelotudez de tener que bancarme tus palos por Facebook.
VENI DECIMELO A LA CARA.
Yo, así, no tengo nada más para decir.

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