viernes, 28 de octubre de 2011

Dice mi Dios.


Dice mi dios que a tu dios le preguntes
por qué te ha dejado perdido
en esta tierra de sangre cansada,
que casi no tiene mas nada que la fe.
Dios es un rebelde traicionado,
un viejo abandonado por hijos distraídos,
un loco que ha perdido sus poderes
amando a las mujeres de cada paraíso.
Dueño de un templo olvidado
un fugitivo más en la ciudad,
un tendenciero buscado
por los suburbios de la ciudad.
Refugiado en un zaguán,
compartiendo vino y pan
en un gancho de cartón dejó su corazón.

Los hombres gritan
los dioses catan
los hombres matan
en nombre de dios.
La guerra santa
casa de brujas
ciega cruzada en la multitud.
Y en el temporal agoniza mi fe
se derrumban los faros ve llorar a Dios
Y en el temporal agoniza mi fe
se derrumban los faros, ve llorar a Dios

Veo en tus claros ojos revolución
sin armas ni banderas ni religión.
Ojos claros y oscuros de tierra y miel.
con nombre de otros dioses bajo la piel,
Lejos de los engaños del mercader
legado de los templos y del poder

Veo venir otro dios, escapado de la cruz a la luz de la luz
furioso retador del poder y el deber y de los imperios de la razón.
Tengo conmigo otro dios que nació en un cantegril en el medio de mil
y que no vale más que un hombre común con su soledad tengo otro dios.
Muchos dioses, el mismo dios, llevan prendido el mismo farol
mendigando en un callejón de la indiferente civilización.

Una mujer morena suelta flores en el mar,
un hombre viejo llorando en una catedral,
un peregrino en el desierto de la humanidad,
un hombre santo rodeado por la soledad,
con sus preguntas sin respuestas van a transitar
por los caminos que llevan a un mismo lugar.

A la tierra de los hombres zarparemos
el destino verdadero
a los vientos de la libertad.
Al urgente firmamento de los pobres
un planeta que se esconde,
que tendremos que buscar.

Cada uno con su alma y cada cual con su fe,
con su trago de esperanza sin que nos pese la piel.
Como cada ser humano haya aprendido a vivir
al compás del lado izquierdo como un porfiado candil

En un barco velero, cargado de estrellas los hombres de arena
van buscando la tierra prometida y ajena.
Navegantes eternos de cielos antiguos y mares lejanos
con la fe como escudo prendida en los huesos la sangre en las manos.
traspasando la vida como un juego inmortal

Cada uno con su alma y cada cual con su fe
con su trago de esperanza sin que nos pese la piel

Soy un ciudadano disfrazado de inmortal
cambio de planeta en un camión de celofán
otro ser humano en el espejo del carnaval.
Se desploma el telón de la bacanal
es la eterna función de la humanidad
no hay más adiós, no hay más final
es siempre el comienzo
los hombres partiendo y volviendo a llegar.

Agarrate Catalina 2007

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