martes, 7 de febrero de 2012

Trauma Orwelliano

¿Que harías si de pronto la vida privada desapareciera?

El Gran Hermano, El Ojo que Todo lo Ve, el Hermano Mayor, y no hablo de la satira barata de ruptura de la intimidad que pasan por la tele tan alegremente, sino del Gran Hermano como organismo de censura sistemática de todo lo que represente peligro para el Partido. 
Si la cultura general no falla, adivinaron. Estoy hablando del libro de Orwell, 1984, libro que tengo pendiente leer desde hace rato y que ahora me enganchó, no por la manera de escribir (bien inglesa, la detesto) sino porque la historia - que considero cíclica- está bastante buena y te deja ese sentimiento de que pasaría si... y después te ponés a pensar que no estás tan lejos de eso, que hay veces inclusive que te descubrís a vos mismo, en un intento desesperado de lucha contra la inseguridad, capaz de aceptar ciegamente todas las condiciones necesarias para que ocurra. 

El libro, que es terrible, presenta a un sedicioso que no tiene puta idea de la vida pero que entiende en su razonamiento que está mal, que puede esconderse en un refugio y puede caminar casi libremente a pesar del control omnipresente que existe -si, hay incongruencias- que empieza a formar parte de un grupo que solo encuentra cohesión en una idea bastante extraña de libertad mental, como protagonista y a su compañera de amores, por así decirlo (el comienzo de su relación y la relación en sí parecen un resumen mal hecho de una relación factible) la presenta como una mujer independiente y liberada, pero que actúa tranquilamente siguiendo los procedimientos que pretende el Partido sin que le de el mínimo asco, y sin preocuparle del sistema nada que no interfiera con su propia vida. Julia y Winston entran de la mano de un miembro del Partido del Interior a La Hermandad, que así se llama la organización, para intentar corromper el sistema, de manera tal que se agriete y caiga por su propio peso. 
Las referencias historicas parciales, hasta casi personales, el chauvinismo, las similitudes casi exactas datan de una época y de una Europa en la cual todavía duele la reciente II guerra mundial y durante la cual tampoco encuentra perdón ni olvido la I, hacen que la historia encastre demasiado bien en esa época y cueste a uno hacer un paralelismo razonable con la época actual. Pero se puede.

"Pero también resultó claro que un aumento de bienestar tan extraordinario amenazaba con la destrucción - era ya, en sí mismo, la destrucción- de una sociedad jerárquica. En un mundo en que todos trabajaran pocas horas, tuvieran bastante que comer, vivieran en casas cómodas e higiénicas, con cuarto de baño, calefacción y refrigeración, y poseyera cada uno un auto o quizás un aeroplano, habría desaparecido la forma más obvia e hiriente de desigualdad. Si la riqueza llegaba a generalizarse, no serviría para distinguir a nadie. Sin duda, era posible imaginarse una sociedad en que la riqueza, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de una pequeña casta privilegiada.
Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable, porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia." (Del Libro de Emmanuel Goldstein -personaje que emula a Trotsky-, 1984, George Orwell)

Como literatura me deja un sabor amargo en la boca, es un libro que me grita "viste, por algo no te gustan los escritores europeos e igual insistís en leerlos" y por otro lado, por el lado de la trama me dice "no será tan genial como Ensayo Sobre la Lucidez pero tiene su punto."
Recomendaría leerlo, más que como literatura, como advertencia. Como panfleto de propaganda para que esto, a través de la educación, la libertad y el interés, no pase nunca. Sea con una tiranía del capital, sea con una tiranía del socialismo, extrema derecha, extrema izquierda, tiranía burocrática, anarquía. Recordarles simplemente que todos los extremos son malos y que no existe nada más nuestro que el cerebro, y así, celosamente lo tenemos que cuidar de influencias salvajes, de censura, de represión y cultivarlo de la mano del humanismo, de la ética, del respeto.

Estoy segura de que cada uno puede encontrar un equilibrio.

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