Esto que ven es Mercedes. Un ser humano de poco más de 1,60, rellenita, ojos claros de color indefinido, nada del otro mundo. Pero también resulta ser Mercedes el pedacito de tierra que pisa, la hoja de papel que garabatea, la vaporización del perfume que usa (aunque lo esté usando otra persona, aunque Mercedes cambie de perfume), cada mensaje de texto que manda. Y resulta ser también, aunque no lo crean, que Mercedes también es cada abrazo que da, cada beso que envía, cada palabra que dirige. Y cada paso que da, cada pedacito de tierra que tocan sus pies. Toda esa historia de mentira y de verdad es Mercedes. Toda esa historia en la que piensa y le da piel de gallina, le tiembla la sangre, se alegra y de desespera. Todas esas cosas que alguna vez la avergonzaron, todas esas cosas que alguna vez la enorgullecieron.
Todo eso es Mercedes.
Y un montón de cosas más que se van a dar cuenta cuando la conozcan.
Y es muy probable que a partir de ese momento ustedes también tengan un pedacito de Mercedes.
Pero no se sientan tan honrados, no es la gran cosa. Para algunos sí, para otros no.
Mi punto es que todos provocamos una reacción en cada persona. Personalmente yo tengo un pedacito de cada persona que conocí guardada. Una anecdota, algo. Y para mi es hermoso. No sé como será para ustedes.
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