miércoles, 17 de junio de 2009

El día que aprendí a resignarme.-


Dedicado a la mujer más paciente que conocí en mi vida. Aunque se podría aplicar
a muchas otras.

"La conocí unas semanas después -exactamente tres semanas y dos días después- de que el me confesara que no quería saber más nada de mi.- La conocí cuando apenas comenzaba a revivir de mi estado de coma romántico en el que él me había dejado. Así como Bella en Luna Nueva, le había dicho. Sólo que él no dejó sus fotos y canciones debajo de una tabla en mi habitación: en realidad creo que a duras penas me dejó una tabla para que naufrague en el medio del mar, no me ahogue -supongo- y no me canse de nadar.
La conocía de antes, pero ella me conoció de verdad una noche de verano extendido -era casi invierno y no se notaba-. Al día siguiente tenía que ir al colegio, al que había faltado más de una semana por el estado de depresión profunda, y sin embargo, me quede hablando con ella hasta mas de la una. A la mañana siguiente, no se por qué, me levante un poco -un poquito, muy poco- mejor. Ya era algo. El estado de animo me asustó: Una de dos: después de la tormenta siempre llega la calma o la calma que antecede a la tormenta.
Nunca en mi vida pensé que solución y problema fueran tan unidos, tan iguales, tan... Él.
Nicolás, la solución a mis problemas, Nicolás, mi único problema.

Me parecía verlo en cualquier esquina, acontecido, gigante. Su espalda, sus besos que reverberaban en mis labios, me parecía sentir sus caricias jugueteando con mis orejas, el sonido de cien palabras que quedaron sin decir, o escuchar sus pasos firmes caminando hacia el muelle, nuestro refugio del resto del mundo.
Soy una chica normal, como todas, alterno entre comer chocolates y no comer absolutamente nada cuando estoy en este estado. Como todas, voy a los sitios a los que solíamos ir juntos, no para recordar sino para ver -¡Como funciona la psiche femenina!- si a él se le dio por ir a recorrer todos esos recovecos de mi alma la ciudad en un día como aquel. Lloro los días de lluvia. Río los de sol, cuando estoy con mis amigas. Y ni bien se van, se descarga sobre mis mejillas una tormenta de verano. Vamos, como todas.
Erika Solange no es tan diferente del resto.

Pero ahí empieza la historia. La segunda historia.
Las mujeres siempre somos más ansiosas, es regla general. Así que no pudiendo aguantar más las ganas, le mande (a él) un mensaje por una de esas páginas -de las que ella es fanatica- para arreglar algo. Y un viernes, como cualquier otro, decidí(mos) vernos.
No era lo mismo, aunque me quise imaginar que sí. Su voz, aunque dilapidadndo palabras vanas, me tranquiliza, me pone en un estado de extasis del que no me gustaría salir nunca. No quería verme mas. No me dijo por qué. Pero después me invitó a comer otro día.
Es algo que nunca voy a entender de él.
Pero me encanta.
Nos vimos un par de veces más hasta un sabado, bastante raro. Soy de las que dan todo sin medir demasiado las consecuencias.
Fui a su casa, y todo termino en donde (no) tenía que terminar. Y terminó nomas.
Nos vimos una vez más. Algo sin relevancia. Nos mandamos un par de mensajes. Me destruyó. Y me olvidó.
Así de simple.
Ahora estoy en intento de recuperación, tratando de entender la vorágine de hechos que se sucedieron en ese mes y en proceso de aceptar el hecho de que, por mucho que me duela, Él no es para mí.-"

5 comentarios:

  1. Mercedes, ¿por qué perdés el tiempo con ese?
    No desperdicies tu juventud en flor, pebeta.

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  2. No desperdicié YO mi tiempo con ese. Está dedicado a una amiga, la mujer las paciente qe conoci. Si fuera Yo ya lo hubiera recontra re mil mandando a la concha de su hermana,
    con todo respeto.

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  3. si??? mirá vó, estuve hecho mierda en cama con gripe en mis putas vacaciones...que de eso no tuvieron nada...
    escuchando 08 El arte del buen comer\REDONDOS\1993- LOBO SUELTO, CORDERO ATADO\02- CORDERO ATADO

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