viernes, 22 de mayo de 2009

Diatriba de Realidad contra los Hombres Perfectos.

Si hay algo de lo que me declaro culpable es de buscar hasta en el fondo de todos los paquetes de galletitas al hombre perfecto. Desde mi mas tierna infancia no quedo piedra sin levantar para ver si de ahi salia algun indicio que me condujera al tan soñado principe azul. Porque sí, lo admito, era de la que esperaba que viniera un principe azul, si era posible en un caballo blanco, sino en un Mercedes Benz nomas, que me dijera "Sos quien busco. Te necesito. Casate conmigo."
Ideal: Inteligente, bonito, buena gente, amable, cariñoso, dulce.
Después fui agregándole otras cualidades necesarias: Que no fume, que sea independiente, jugado, serio, comprometido, detallista, practico, culto.
Sin errores de ortografía, artista, pero no músico.

A la larga me plantee si ese hombre ideal existía o era una rara especie que se había repartido en dos chicos: los dos que ocupaban mi corazon en cierto momento de mi vida.
Me di cuenta tambien, a la larga, que lo que yo necesitaba era un compendio de todo eso en un amigo, pero un amigo que este dispuesto a compartir sus besos con mis labios.

Y con todo lo que significa amigo, y además con labios lindos.
Masculino y sensible. Perceptivo. Detallista.
Amante.

Y asi y todo, elucubraciones aparte, como un baldazo de realidad, se impuso una foto en mi mesita de luz, diciendome que, con defectos y todo, habia encontrado a mi hombre perfectamente imperfecto: Un moreno de ojos oscuros -como siempre habia querido- que me saluda desde el portaretrato con una sonrisa limpia, con la mas hermosa cara de boludo que vi en mi vida. Que desafió todos mis principios, hasta el de que el amor a distancia no funciona.
Absolutamente todos. A mi, qe no creia en que los opuestos se atraen, me terminó cayendo la ficha que completaba mi rompecabezas de dos piezas.
Una tarde de primavera golpeó las puertas de mi blindado corazon mi Yang. El mio, ¿pueden creer eso? Sin equivocarse. No me dijo que me había estado buscando. De hecho no me buscaba. Ni yo a él. No me dijo que me necesitaba, sino que puso su pecho por si yo lo necesitaba a él. No me pidió que me case con él. Lo dió por sentado.

Y así es como apareció en mi vida Él: Con todo lo que significa amigo, y además con labios lindos.
Masculino y sensible. Pero nada perceptivo y muy poco detallista. El Amante Ideal, sin embargo.
Inteligente, bonito, buena gente, amable, cariñoso, dulce. No fuma, es independiente, comprometido, escritor.
No es muy jugado, nada serio, totalmente impractico, ¿culto?

Pero a estas alturas, sus defectos me encantan.
Y no lo digo solo porque esté saliendo con él y sepa que lo va a leer. -Bah, cuando tenga internet de vuelta, porque los de su pack TV + Internet se burlan de él a cada rato- Sino que lo digo porque yo me di cuenta.
¿Tarde? pero seguro.

Decía que a estas alturas sus defectos son (mil millones de) razones que me incitan a seguir con él. Y agrego que sus defectos son (también) lo que lo hace tan imperfectamente perfecto para mi.
Un respiro de mis exigencias. Una brisa de diversión. Un eco de risas. Un monton de abrazos y de caricias. Cien mil millones de besos. Eso si, de besos perfectos.

TE AMO.-

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