Los créditos. Esto -como quieran llamarlo- está inspirado en el tercer capítulo de un segmento de historias que están acá, escritas por alguien a quien admiro mucho.-Esto no podría terminar asi, sin más, como el resto de las historias comunes.
¿Que cenicienta vivió feliz en un palacio, rodeada de subditos y eventos sociales?
Puede sonar, cuanto menos, frivolo. Pero ella quería eso, buscaba eso. No iba a casarse con el panadero de la esquina, no. Ella buscaba volver a los grandes salones de los que había sido extirpada a los ocho años, cuando su padre murió. Ella soñaba con un principe que la rescatara de las garras de su tirana madrastra y sus malcriadas -y
advenedizas, no lo olvidemos- hermanastras. Porque "Lady"
Tremaine,
Anastacia y
Griselda eran tres
pobretonas que, gracias
al gato de su madre -
y me refiero a la Tremaine, no a Lucifer- consiguen heredar la casa del padre de cenicienta, cosa que la susodicha no llega a perdonar jamas.
Hasta ahi bien. Un principe saca de la pobreza a una hermosa señorita que se convierte en su esposa y organiza reuniones de te para sus amigas.
Entonces, ¿Qué pasa cuando crimen y castigo son un mismo problema, cuando a la virtud y el vicio los configura una misma solución?
¿Qué pasa cuando tocan las doce y el milagro desaparece?¿Qué pasa cuando uno se enamora de una mujer de nadie?
Nada, simplemente. Es como enamorarse de un pájaro, de la luz del día, del reflejo de la luna en el mar. Como peregrinar cada día a ofrendar flores en un altar.
Érase una vez un pájaro adornado, con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. Un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase.
Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más deprisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía.
Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.Pero entonces pensó: ” ¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!” Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: “Voy a poner una trampa. La próxima vez q el pájaro venga, no volverá a marcharse.”
El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al dia siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula. [...]
Paulo Coelho, del Diario de María, Once Minutos.
Lo mismo que con los pájaros, la gente que no puede ser encerrada comienza a perder su brillo. Aquello que lo hacía maravillosa, eso mágico, eso milagroso. Y ahí es cuando los finales comunes dejan de ser provechosos. Porque María fue rescatada por Ralph, pero ella también era un poco frivola, como cenicienta. Tenia ciento cincuenta diarios que hablaban de su principe azul.
La historia comienza diciendo "Érase una vez una prostituta."
Nada que comience con "Érase una vez" deja espacio a un final abierto.
Deja espacio, a lo sumo, a un beso y a un "Siempre nos quedará Paris."
Pero cuando las historias no comienzan con un Érase una vez sino con Éste era un hombre que buscaba y ésta una mujer que ofrecía lo que él buscaba, raras veces terminamos concluyendo que hablaban del amor.
Y aun terminen encontrando el amor, siempre es por aquella circunstancia fortuita que los convierte en seres increibles, mágicos y... comunes. Comunes en el fondo, como todos, con circunstancias milagrosas.
-Una mujer común vestida con lencería fina no deja de ser una mujer comun.
-Una reina no es más que una mujer comun vestida y adornada con apellidos y joyas. Pero una mujer comun, al fin y al cabo.
Entonces si se la despoja de todo, como al pájaro de su vuelo, se pierde la seguridad, la esperanza, la fortaleza. Y a su imagen y semejanza otra mujer nueva pero mas avejentada comienza a morir, asediada por la rutina y la falsa libertad, asediada por la luz del día.
*
Ahora dime que te han de ofrecer
las tardes perdidas, tu sangre en mi piel
la casa cansada, la manta en el sofa
la tele encendida, las ganas de llorar.
***
Y ahora dime que te van a dar
la paz en tu vientre, el fondo del mar
gaviotas cansadas, mi sombra en el sofa
la brasa encendida, las ganas de matar.
*
Ismael Serrano; Eres; del album La Traición de Wendy.
-
"Y la flor mas hermosa del jardín comienza a ver marchitarse sus pétalos, y a dejar al descubierto su pobre núcleo, común al resto de las flores."
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[...] Todos los dias ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: “Eres una persona que lo tiene todo”
Sin embargo empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés.
El pájaro sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto de pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. “¿Por qué has venido?”, le preguntó a la muerte.
“Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo -respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo.”